Título original: Razorback (1984)
Director: Russel Mulcahy
Intérpretes:
Gregory Harrison.................Carl Winters
Arkie Whiteley.....................Sarah Cameron
Bill Kerr................................Jake Cullen
Imagínate que el tiburón de Tiburón se hiciera de secano, se le desarrollaran algunos colmillos y se trasladara a Australia. Pues eso es lo que nos encontraríamos en esta película.
Hasta las antípodas se traslada para brindarnos una monster movie en el que el protagonista es un jabalí gigante, aunque bien se podría decir que es un rinoceronte que no se afeitó, porque menuda fiera.
Un hombre es atacado en su casa en Australia por un jabalí gigante, que se lleva a su nieto. La gente no lo cree, y el hombre es juzgado por asesinato, aunque por falta de pruebas, lo dejan en libertad. Dos años después, la reportera Beth Winters viaja hasta allí para hacer un reportaje sobre la caza de canguros, con tan mala suerte que se cruza en el camino de la bestia. Su marido entonces viaja hasta allí para ver qué ha ocurrido, y tendrá que aliarse con Jake (el hombre del principio), que lleva desde entonces intentando darle caza.
¿Cómo que no soy bonita?
A los mandos está Russel Mulcahy, director conocido principalmente por Los Inmortales y su secuela. También ha dirigido unos cuantos bodrios, y principalmente lo que le gusta son los vídeos musicales.
Como decía, la película bebe mucho de Tiburón, algo que se agradece en las escenas donde enseñan al jabalí, insinuando más que mostrando. Un acierto, ya que, aunque el animatrónico está bien hecho, seguro que el verlo al completo o muy de seguido hubiera estropeado la magia.
Precisamente las críticas más negativas de la película se centraron en su similitud con la película de Spielberg, pero bueno, todos sabemos que cualquier película comparada con Tiburón va a perder en las comparaciones. Sinceramente, he visto películas que copian más descaradmente a Tiburón y que son peores que ésta.
La película recuerda en algunos aspectos a la Australia vista en la saga Mad Max, con esos parajes desérticos y algunos de los vehículos incluso. El director de fotografía es el mismo que en Mad Max 2, de hecho. Incluso Arkie Whiteley tuvo un papel en dicha película.
A pesar de no ser mala película, tiene un ritmo bastante desigual, con unos altibajos tremendos y sobre todo mucho metraje que se centra demasiado en otros aspectos ajenos al jabalí, lo que te hace desviar un poco la mirada. Aún así, no es un mal ejercicio y creo que bien merece un visionado.
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